Detección, diagnóstico y tratamiento
La detección temprana es esencial. Como familias o profesionales ante la mínima sospecha, debemos procurar comentar nuestras percepciones, siempre de forma respetuosa y empática. Vale más dar una voz de alarma y equivocarnos, que esperar y perder una maravillosa oportunidad de recibir un apoyo temprano a tiempo. Por ello, recomendamos que ante la mínima sospecha o duda acerca del lenguaje, desterréis esos comentarios socialmente tan aceptados y que hacen tanto daño al desarrollo de todos los niños y niñas (ej. “Ya hablará”, “es vaga para hablar”, “ lo entiende todo pero no arranca a hablar”, “no te preocupes, mi hijo/a tardó y ahora no calla” y tristemente un largo etc.).
El diagnóstico ha de basarse en la información que aporta la familia, en el estudio de la conducta comunicativa y en la aplicación de pruebas objetivas. Lo ideal es que se haga por parte de un equipo compuesto por profesionales de diferentes disciplinas que trabajen e forma conjunta, en el que este presente, al menos: logopeda, psicólogo/a y neuropediatra. Estos perfiles se encargarán de valorar de forma exhaustiva todas las áreas del desarrollo.
No existe un tratamiento farmacológico, pero sí disponemos de evidencia científica y clínica de que el tratamiento y acompañamiento terapéutico es fundamental, especialmente desde periodos tempranos (Atención Temprana). Los profesionales que se encargan de ello son principalmente, logopedas y psicólogos especialistas en desarrollo infantil, en ocasiones y en función del perfil concreto puede ser necesaria también, la figura del/a terapeuta ocupacional. Además la labor e implicación de los maestros/as de los centros educativos es fundamental e importantísima para su desarrollo global. Influyendo de forma directa desde el lenguaje, hasta las relaciones con sus iguales, su desarrollo emocional y/o su capacidad de aprendizaje, entres otras cuestiones. Esta intervención o acompañamiento terapéutico, suele ser inicialmente intensivo y de larga duración, especialmente hasta finalizar la etapa escolar.
Las familias son un pilar fundamental en la intervención. Necesitan apoyo, información y orientación. En los primeros momentos, ante las dudas e incertidumbre de la sospecha de que algo “no va del todo bien”, ante el diagnóstico y durante todas las etapas de su desarrollo y escolarización.